Cabe decir que te envolvieron con
llamas de extravagancia; aniquilaron tu talento, convirtiéndote en médium
calcinada. A menudo, por las tardes, te contemplo diáfana, girando en esa
euforia de formas caóticas que producen extraños sobresaltos en la mente, como
si afilados bastones de luz agujereasen la bruma de un viejo cuarto de
máquinas. «Estaba pensando en un rosal cuando perdí la cabeza. «Cuidaba de un
viñedo y las uvas se transformaron en tarántulas. «Seguía el declive de un
arroyito y tropecé con un urinario… Descarríos de la Botánica Pura. Toda la
hojarasca del sujeto quedó enganchada a las púas de un sueño recurrente; a la
espuma de una voz cuyo modelo vivo sería el balbuceo, la plegaria o la canción
de infantería.